miércoles, 10 de febrero de 2016

Hace falta una cosa.

Hora de la salida, el niño se ha portado mal. Golpeó a otro compañero y no da señales de arrepentimiento, todo lo contrario. La maestra debe explicar a la mamá los acontecimientos. En la mayoría de los casos la mamá ve iniciar una guerra, porque lo que sigue es encontrar los motivos de la oportunidad que el niño tuvo para  agredir. Dónde estaba la maestra, no tiene experiencia, es muy blandita, no tiene autoridad, es culpa del otro niño, de los padres del otro niño, o a lo mejor otro niño lo obligó y muchos otros motivos que ponen a la maestra y a los demás a justificarse, a defenderse o a desviar la atención de lo que está pasando: mi hijo es agresor. La maestra y la escuela están obligados a demostrar que están calificados, que se trata con respeto e igualdad, que importa lo que ambos niños están sintiendo. Que está haciendo algo. Porque el resto de los padres también quieren saber qué se está haciendo. Y después de tanta defensa, descalificación y agresión el motivo primero se pierde de vista y la alianza padres- escuela jamás se gesta.

Hay muchas cosas que motivan el mal comportamiento de los hijos, a veces ni siquiera tiene que ver con la falta de amor de los padres. La sobreexposición a los videojuegos estresantes (ya no hablaremos de los sangrientos y violentos) solita explica la conducta de agresión, la competencia y el humillar para ganar que se manifiesta en la escuela. La escuela y los padres deben resolver y cambiar la actitud de los niños que agreden y de los agredidos, deben intentarlo hasta que cambie, o hasta que cambiar de escuela sea una solución y no el castigo.  Pero no es una guerra,  es una oportunidad para aprender por inmersión. Cuidando los límites, educando en las respuestas adecuadas para esas reacciones, aprender cómo reaccionar cuando estás expuesto,  mostrando respeto para los esfuerzos de la maestra, la escuela, como aliados, sin juicios y con el compromiso muy grande de hacer lo necesario hasta que el problema desaparezca.  Nuestro sistema de vida parece estar organizado para aniquilarnos,  descuidarnos, cada vez hay menos oportunidades de sentir alegría y paz. Nuestros niños, creo que muchos no saben que es tener paz. Muchos no descansan o lo contrario, jamás necesitan esforzarse, ni trabajar por nada.  Y nos hace falta aliarnos para encontrar la manera de resolverlo.  Una alianza respetuosa.
Atte.
La directora

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